
Vista de la localidad de Siurana, el último reino de taifa en ser reconquistado de Cataluña, en 1153
Falset, Porrera, Gratallops, Poboleda, Cornudella de Montsant, la Vilella Alta y la Vilella Baixa… El encanto de los pueblos de la comarca del Priorat, inmersos en un paisaje de viñedos y con el fondo de la sierra del Montsant, se mantiene intacto.
A finales del siglo XII, el rey Alfonso el Casto mandó a dos de sus caballeros a buscar un lugar para fundar una cartuja por tierras del sur catalán. Los caballeros encontraron un pastor que les indicó el lugar donde los ángeles subían al cielo por una escalera. El lugar quedó consagrado a Santa María de Scala Dei y los primeros cartujos introdujeron el cultivo de la vid y el olivo y extendieron su doctrina por una comarca hoy denominada Priorat.
De vino y aceite están hechos, pues, los pueblos de esta comarca tarraconense. Al norte se encrespan los montes de la sierra de Montsant. De hecho no hay otra zona vinícola que haya experimentado en tan poco tiempo una revolución como al experimentada en el Priorat en la última década.
Desde el Consell Comarcal se promueve la visita privada a una veintena de bodegas de la zona. Uno debe hacer su ruta a la carta, previa cita, y recorrer las instalaciones, participar en alguna cata y, si quiere, comprar.
Los pueblos del Priorat parecen haberse quedado anclados en el tiempo. En Falset, capital comarcal, se debe iniciar la ruta por el Priorat. De Falset a Porrera la carretera traza un recorrrido de muchas curvas, pero es una ruta muy bella, por entre escarpadas laderas. En Porrera, célebre por sus relojes de sol, es donde tiene sus bodegas el cantante –ahora retirado- Lluis Llach: Vall Llach. A pocos kilómetros, en dirección a Cornudella de Montsant, está Mas Perinet, propiedad de Joan Manuel Serrat.
Otra opción es dirigirse, a través de Gratallops, hacia la Vilella Baixa, donde a semejanza de Cuenca, las casas cuelgan de vertiginosas paredes del barranco. No hay que perderse su puente medieval y un paseo por su casco antiguo. En Gratallops es donde tiene sus bodegas Álvaro Palacios y René Barbier.
Sea cual sea el camino elegido, todos llevan finalmente a Scala Dei, que sigue siendo un lugar de peregrinaje pese a que tras la desamortización de 1835 el convento quedara solo y completamente vacío.
POR LA SIERRA DEL MONTSANT
Montaña arriba queda la recoleta aldea de La Morera, puerta de entrada a la sierra de Montsant, al estilo de Montserrat, visible desde cualquiera de los pueblos de la comarca, pródigo en ermitas rupestres.
Otro pueblo ineludible es Siurana, bonito de verdad, encaramado, con su iglesia románica y sus casitas de piedra, en el borde de un acantilado calizo que domina el vecino Montsant. Siurana apenas ha cambiado desde que fuera frontera entre los reinos moros y cristianos. Los restos del castillo árabe aún resisten los envites del tiempo, al igual que el trazado urbano de sus lindas calles.
CÓMO IR
El Priorat está vertebrada por la N-420. De falset parte la comarcal TP-7402 que lleva a los pueblos del norte. La C-242 conduce a Siurana y Cornudella de Montsant, y la T-732 hasta Gratallops y La Figuera.
DÓNDE DORMIR Y COMER
Hostal Sport ( C/Miquel Barcelo, 4-6. Falset. Tel. +34 977 830 078). Es, sin duda, el hotel más emblemático de toda la región. Está totalmente reconstruido tras el incendio que sufrió en 2007.
Destacan su cocina y su amplia carta de vinos. Su restaurante, recomendado por la Guía Michelin 2012, ofrece cocina de mercado con toques tradicionales. Además, su directora, Marta Doménech, ha creado el programa Wine and Business que permite a las empresas realizar sus convenciones y reuniones de negocios.
Para ello el hotel dispone de 28 habitaciones muy agradables y cómodas. Una sugerencia: si puede, permítase el lujo de hospedarse en la suite Mansarda. Es una maravilla, con toques mágicos., bañera de hidromasaje y dos amplias terrazas con vistas espectaculares a Falset.
Otro toque distintivo: el hotel ofrece cata de vinos a los clientes que lo soliciten en un comedor reservado para 25 personas. Este mismo salón puede adaptarse perfectamente a las necesidades de las empresas en sus reuniones de negocios (Mínimo para 8 personas).
QUÉ COMER
Además de los afamados vinos de la tierra, la cocina se inspira en el recetario básico tradicional. Platos típicos son la tortilla en salsa a la cazuela, la olla barrejada, las truites amb suc, las crestas de la Figuera, la tortilla Pobolenca… Tampoco faltan las verduras de temporada, las setas, la carne de caza y los pescados de río, regados con un exquisito vino del Priorat o del Montsant, que en los últimos años ha cobrado especial fama gracias a la Denominación de Origen.
En al apartado de dulces, las coques (tortas) de harina, aceite y azúcar y las coques maurades (maceradas).
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